Un viaje al pasado: las extrañas costumbres de la educación a principios de milenio
Este año 2050 es el décimo aniversario de la fundación del órgano internacional para asegurar la calidad educativa (OIACE) y, para celebrarlo, me gustaría mirar un poco al pasado, para que veamos las absurdas costumbres que había a principios de milenio (año ~2020) con respecto a la educación, y lo lejos que hemos llegado desde entonces.
En primer lugar, los educadores más importantes y presentes en la vida de los niños, los padres y madres, no necesitaban de ninguna cualificación. Sí, sí, como lo oís. Hacía falta formación para tener un perro, ¡pero no para tener un hijo! Los padres y madres eran libres de usar cualquier técnica pedagógica que quisieran, incluso las que eran demostrablemente ineficaces y perniciosas, y nadie les podía decir nada. ¿Os lo podéis imaginar?
Probablemente la cosa más rara que hacían en la educación obligatoria es el tema de los exámenes y las calificaciones. Sé que parece distópico, pero a todos los niños y niñas, al final de cada trimestre, se les daba una hoja con una serie de números que calificaban cómo les había ido ese cuatrimestre. Esto, por supuesto, ahogaba la curiosidad natural de los niños y niñas y ponía el énfasis en obtener las calificaciones más altas posibles, en vez de en aprender y desarrollar capacidades. Muchas veces, a la hora de elegir asignaturas optativas, los alumnos y alumnas se preguntaban, ¿cómo de difícil va a ser aprobar esta asignatura? ("aprobar" quería decir obtener una calificación de 5 o más), en vez de preguntarse, ¿cuánto voy a aprender en esta asignatura?
Para colmo, la forma en la que se obtenían estas calificaciones, en la mayoría de los casos, era mediante exámenes escritos. Básicamente, entrabas en una habitación un día determinado, y tenías que responder en papel a preguntas sobre la asignatura en cuestión, sirviéndote solo de tu memoria. Esto provocaba un enorme estrés en el alumnado, hasta el punto de producir ataques de ansiedad a algunos/as alumnos/as. Una metodología dañina donde las haya, pero aun así la usaban y se quedaban tan panchos.
Por último, acabando en un tono más light y divertido, durante toda la secundaria y bachillerato tenían una asignatura optativa donde se veía mitología cristiana (sí, todos los cursos tenían una asignatura así). Pero, no os lo perdáis, ¡no lo trataban como mitología, sino como religión! ¡Se pensaban que era verdad! Claramente, no habían visto la luz del zoroastrismo y no la reconocían en sus corazones como la única religión verdadera. Pobres ignorantes.
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