Educamos "demasiado", hay que educar mejor

¿Recuerdas esa sensación de emoción que sentías al aprender algo nuevo cuando eras niño o niña? Esa chispa de curiosidad y entusiasmo que te impulsaba a explorar el mundo a tu alrededor. Lamentablemente, en demasiados casos, esa motivación inicial se va desvaneciendo a medida que avanzamos en el sistema educativo. Pronto caemos en la monotonía, y la estructura de las clases no ayuda precisamente. La evaluación por exámenes nos hace preocuparnos menos por aprender y más por aprobar, resultando en que la mayoría de alumnas y alumnos no están motivados para ir a clase.

La motivación es como el combustible que impulsa el motor del aprendizaje. Cuando los y las estudiantes están entusiasmados, se convierten en esponjas de conocimiento, dispuestas a absorber todo lo que se les presente. Sin embargo, si esa chispa se apaga, la educación puede volverse cuesta arriba, convirtiéndose en una carga en lugar de un proceso disfrutable.

Es aquí donde podríamos tomar nota del modelo educativo finlandés. Una de las diferencias más notables en Finlandia es la reducción del estrés relacionado con las calificaciones. Los finlandeses han optado por disminuir la presión de las evaluaciones constantes y las pruebas estandarizadas. En su lugar, se promueve un ambiente en el que las y los estudiantes pueden centrarse en el proceso de aprendizaje en lugar de preocuparse por las calificaciones. Tal ambiente está claro que influiría positivamente en la motivación si lo trasladáramos a España.

Finlandia también aboga por un plan de estudios flexible. Los estudiantes tienen la oportunidad de explorar sus intereses, lo que fomenta una mayor participación y compromiso. Compara ahora con España, donde futuros matemáticos se ven obligados a aprender a analizar oraciones subordinadas, o a estudiar como pensaba Platón. Y donde estudiantes que quieren entrar a la carrera de historia, tienen que saber hacer derivadas. A veces escucho que estos son conocimientos básicos que todo el mundo debe de saber. Este argumento es basura, por supuesto. Si eso fuera cierto, se darían en la educación obligatoria, no en bachillerato. También he oído que no se trata solo de los contenidos, sino de aprender disciplina, métodos de estudio, etcétera. Pero en ese caso, ¡más a mi favor para que esas competencias se adquieran estudiando lo que los alumnos y alumnas quieran!

Por último, los y las estudiantes en Finlandia tienen menos tareas y más tiempo para actividades extracurriculares y sociales. Esto les permite desarrollar habilidades esenciales y mantener un equilibrio saludable entre el trabajo escolar y la vida. ¿No sería maravilloso si en España pudiéramos aligerar la carga de deberes y permitir a nuestros y nuestras jóvenes explorar sus pasiones y crecer fuera de las aulas? Porque sí, existe tal cosa como demasiada enseñanza en las aulas. No me eduques mucho, edúcame mejor.

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