El Demonio de Maxwell

Nuestra educación se basa en el miedo. - Miedo a suspender.  - Miedo a un negativo. - Miedo a quedarte sin recreo si no traes los deberes hechos a clase.  - Miedo a la bofetada que te puede caer si llegas a casa con alguna asignatura suspensa. - Miedo a elegir la opción que tu familia no aprueba en tu plan de estudios.  - Miedo a no pasar la Selectividad, o la reválida.  - Miedo a suspender una asignatura en la Universidad y no poder pagar las tasas el curso siguiente. - Miedo a que te miren mal si eres niño y quieres jugar con muñecas o si eres niña y quieres jugar a la pelota. - Miedo a equivocarte si tu maestro o maestra te pregunta.  - Miedo a preguntar una duda en clase porque puedes quedar como ignorante.  - Miedo a que te pongan un parte.  - Miedo a que te expulsen del centro.  - Miedo a llegar un poco tarde a casa y tu padre y/o madre te castigue.  - Miedo a no obtener el título académico.  - Miedo a que tus notas no sean lo suficientemente buenas como para poder entrar en la c

¿Recuerdas esa sensación de emoción que sentías al aprender algo nuevo cuando eras niño o niña? Esa chispa de curiosidad y entusiasmo que te impulsaba a explorar el mundo a tu alrededor. Lamentablemente, en demasiados casos, esa motivación inicial se va desvaneciendo a medida que avanzamos en el sistema educativo. Pronto caemos en la monotonía, y la estructura de las clases no ayuda precisamente. La evaluación por exámenes nos hace preocuparnos menos por aprender y más por aprobar, resultando en que la mayoría de alumnas y alumnos no están motivados para ir a clase. La motivación es como el combustible que impulsa el motor del aprendizaje. Cuando los y las estudiantes están entusiasmados, se convierten en esponjas de conocimiento, dispuestas a absorber todo lo que se les presente. Sin embargo, si esa chispa se apaga, la educación puede volverse cuesta arriba, convirtiéndose en una carga en lugar de un proceso disfrutable. Es aquí donde podríamos tomar nota del modelo educativo finlandé

Bueno, pues aquí estamos. Me llamo Nicolás Duque, y mi trayectoria es bastante menos interesante que la de muchos de mis compañeros. Siempre he vivido y estudiado en Valladolid. Desde pequeño me gustaban mucho la física y las matemáticas, pero al final me decanté por estudiar física en la universidad, y luego además hice un máster en física matemática. Aunque aquí me arriesgo a caer en la falacia del sunk cost , yo creo que fue la decisión acertada, y que habiendo estudiado matemáticas me hubiese quedado con las ganas de aprender los secretos del universo. No obstante, una cosa que siempre he tenido clara es que las matemáticas de secundaria son más chulas que la física de secundaria. La física en esa etapa consiste mucho en aprender y aplicar fórmulas y poco en entender de dónde vienen. Las matemáticas de secundaria, por el contrario, requieren de mucho más desarrollo, que es el aspecto que a mí más me gusta. Y es por eso que decidí meterme al máster de educación por la vía de matemát